En estos últimos días se habla sobre crisis económica en el mundo pero no se habla sobre la crisis en nuestros campos. La agricultura y la ganadería industriales suelen ignorar los efectos nocivos que su actividad causa en el medio y en la salud, tanto animales como de seres humanos. Pérdida de fertilidad, erosión del suelo, contaminación de los recursos naturales, descenso de la calidad de los alimentos y degradación general del medio ambiente, son algunas de las repercusiones.
Como alternativa a este enfoque ya conocidos por todos nosotros, aparece en los años veinte distintas escuelas de pensamiento que propugnaron una nueva visión del trabajo agrícola relacionando directamente la salud del suelo con las plantas y animales y en consecuencia de los seres humanos.
Se rechaza el uso de los fito sanitarios no naturales y se comienza el compostaje de residuos orgánicos y se sienta la base de la agricultura biológica, en pro a la naturaleza sacando el mayor beneficio para el cultivador y el cultivo referido a la naturaleza.En esta concepción agrícola, la finca es entendida como un organismo con distintos órganos: como son el suelo, plantas y animales que forman un equipo para transformar energía del sol en alimentos y que deben mantener el adecuado equilibrio. La agricultura convencional el equilibrio solo esta entendido hacia un lado de la balanza, lo que nos demuestra que su evolución es de manera desigual, este utiliza aproximadamente unos 63.000 sustancias químicas al rededor del mundo y aproximadamente 300.000 personas por estadísticas se envenenan cada año con pesticidas.
Pero esto no ha sido gratis esta forma de pensar, la mentalidad y el desarrollo económico de los distintos países ha marcado le evolución en los últimos años de esta agricultura.
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